Divinity: Original Sin ofrece a los jugadores un viaje nostálgico a las raíces de los juegos de rol. Este regreso a los juegos clásicos es un soplo de aire fresco en una industria que a menudo favorece los gráficos llamativos y las mecánicas de juego complicadas. Con su combate por turnos, exploración de mundo abierto y desarrollo profundo de personajes, este juego captura la esencia de lo que hizo que los RPG retro fueran tan queridos.
Una de las características destacadas de Divinity: Original Sin es la capacidad de discutir decisiones con los compañeros. Esto añade una capa de profundidad al juego, permitiendo a los jugadores planificar estrategias y colaborar con los miembros de su grupo. Recuerda a una época en la que los RPG se centraban en la dinámica interpersonal entre los personajes, lo que hace que cada decisión e interacción se sienta significativa.
El sistema de combate por turnos en Divinity: Original Sin es un homenaje a los RPG clásicos, donde la paciencia y la estrategia son las claves del éxito. La naturaleza táctica de las batallas añade un elemento de desafío y satisfacción que a menudo falta en los juegos modernos. Es un cambio refrescante de la frenética pulsación de botones de muchos títulos contemporáneos.
La exploración es otro sello distintivo de los RPG clásicos, y Divinity: Original Sin cumple en este aspecto. El mundo abierto está lleno de tesoros escondidos, áreas secretas y memorables NPCs con los que interactuar. Cada rincón guarda el potencial para el descubrimiento, haciendo que el juego sea una alegría de explorar tanto para los completistas como para los exploradores.
Para aquellos que anhelan una pizca de nostalgia, Divinity: Original Sin ofrece un potente conjunto de herramientas de RPG que permite a los jugadores crear sus propias aventuras. Esta característica no sólo añade longevidad al juego, sino que también es un guiño a la vibrante cultura de modding que definió muchos títulos clásicos. Es un tributo a la cultura de modding que dio forma a los juegos retro.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que Divinity: Original Sin tiene sus defectos. Los gráficos del juego, aunque aceptables, carecen del pulido y la fidelidad visual que se espera de los juegos modernos. Los gráficos desactualizados pueden ser un desencanto para aquellos acostumbrados a visuales llamativos e hiperrealistas.
Además, la jugabilidad y la interfaz de usuario pueden sentirse torpes y poco intuitivas en ocasiones. Navegar por los menús y gestionar el inventario puede ser un poco incómodo, lo que puede frustrar a los jugadores que están acostumbrados a experiencias más fluidas. Estas pequeñas incomodidades son un recordatorio de las peculiaridades que estaban presentes en los RPG antiguos pero podrían ser una barrera para nuevos jugadores.
En general, Divinity: Original Sin es un verdadero homenaje a los RPG retro del pasado. Su dedicación para capturar el espíritu de los juegos clásicos es encomiable, y sus mecánicas de juego y exploración profunda lo convierten en una adición valiosa a la biblioteca de cualquier entusiasta de los juegos retro. Aunque no sea perfecto, sus defectos quedan opacados por su genuina apreciación por el género. Sumérgete en esta aventura nostálgica y prepárate para perderte en un mundo que se siente familiar y emocionante.